lunes, 17 de febrero de 2014

El PENSAMIENTO PEDAGÓGICO



La posibilidad de un Pensamiento pedagógico es una de las ideas centrales sobre las que he venido insistiendo con regularidad en algunas de las cátedras que brindo en la Universidad Pontificia Bolivariana en componentes que tratan básicamente sobre aprendizaje, cognición, adquisición de la lengua, educabilidad de los sujetos,  enseñabilidad de los saberes, entre otros. El pensamiento pedagógico es la condición de posibilidad de todo aquel que comprende su centro y su periferia en términos de la mediación para el aprendizaje, es decir, un sujeto que piensa situaciones pedagógicamente desarrollables sin importar el ambiente[1] en el que se encuentra o la situación en la que esté.

La lectura de una suerte de símbolos los cuales configuran el panorama de nuestra cotidianidad sería, adoptando la perspectiva de Charles S. Peirce, el estado de semiosis constante sobre el que se mueve este tipo de pensamiento; así, tenemos un proceso de Semiosis pedagógica; lo que traduce en una lectura de los símbolos cotidianos de nuestra cultura en diálogo abierto con las posibilidades que frente al aprendizaje y crecimiento humanos podamos desprender de tal o cual situación, de tal o cual ambiente, de dicha relación, estado, pasión, pulsión, o emoción que cruce al sujeto. El pensamiento pedagógico se mueve incluso sobre la mesa en la que cenas con tu familia, en la calle mientras esperas por el bus, en tu sitio de trabajo, en el cine, en el viaje, etcétera.

Lo interpreto como un estado de conciencia arrojada al descubrimiento de los aspectos del aprendizaje que subyacen en todas las interacciones humanas y que nutren constante y milimétricamente la compleja red de la cultura; es pues un pensamiento que se la juega siempre por aquello que se pueda aprehender de manera individual y colectiva y para lo cual ubica, agrupa o construye herramientas, teje redes semánticas, resignifica hasta los símbolos más saturados, elabora hipótesis y las pone a prueba cuando las pronostica viables.

Este pensamiento cumple con la regla número 8 propuesta por Howard Gardner (1983), la cual refiere a la susceptibilidad de codificación dentro de un sistema de símbolos. Para Gardner, recientemente hay una posibilidad de ubicar lo que sería la Ingeligencia Pedagógica; parte de ella la expone como aquella inteligencia que brinda la posibilidad al sujeto de la educación de visibilizar en las zonas educativas, de interacción y juego  “qué pasa y qué no pasa con cada uno de sus estudiantes” y tratar de potenciar al máximo el resto de Las inteligencias.

En este sentido, la posibilidad de lo que insisto en llamar Pensamiento pedagógico no solo atina al laboratorio de observación por excelencia que es el aula de clase, aunque también se debe comprender una pedagogía del aula virtual, sino también, a un pensamiento que elabora constantes propuestas pedagógicas a partir de la cultura, sus entramados y las relaciones entre los actores sociales.


Bibliografía

Gardner, H. (1983). Estructuras de la mente. Título original: The frames of mind. The Theory of multiple intelligences. Basic Books, división de Harper Collins Publisher Inc., Nueva York. 1993. Santa fe de Bogotá, Colombia: Fondo de Cultura Económica.
Peirce, C. S. (s.f.). Definición y clasificación del signo.







[1] Diferencia Orteguiana entre entorno y ambiente, siendo el segundo producto de la mediación humana; entorno, por el contrario, como lo que nos viene dado bajo una condición natural y que debemos cognocer, de cierta forma, modificar. Con “Orteguiana” me refiero, por supuesto, a Ortega y Gasset. 

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