La posibilidad de un Pensamiento pedagógico es una de las
ideas centrales sobre las que he venido insistiendo con regularidad en algunas
de las cátedras que brindo en la Universidad Pontificia Bolivariana en
componentes que tratan básicamente sobre aprendizaje, cognición, adquisición de
la lengua, educabilidad de los sujetos, enseñabilidad de los saberes, entre otros. El
pensamiento pedagógico es la condición de posibilidad de todo aquel que
comprende su centro y su periferia en términos de la mediación para el
aprendizaje, es decir, un sujeto que piensa situaciones pedagógicamente
desarrollables sin importar el ambiente[1]
en el que se encuentra o la situación en la que esté.
La lectura de una suerte de símbolos los cuales configuran el
panorama de nuestra cotidianidad sería, adoptando la perspectiva de Charles S. Peirce, el estado de
semiosis constante sobre el que se mueve este tipo de pensamiento; así, tenemos
un proceso de Semiosis pedagógica; lo que traduce en una lectura de los
símbolos cotidianos de nuestra cultura en diálogo abierto con las posibilidades
que frente al aprendizaje y crecimiento humanos podamos desprender de tal o
cual situación, de tal o cual ambiente, de dicha relación, estado, pasión,
pulsión, o emoción que cruce al sujeto. El pensamiento pedagógico se mueve
incluso sobre la mesa en la que cenas con tu familia, en la calle mientras
esperas por el bus, en tu sitio de trabajo, en el cine, en el viaje, etcétera.
Lo interpreto como un estado de conciencia arrojada al
descubrimiento de los aspectos del aprendizaje que subyacen en todas las
interacciones humanas y que nutren constante y milimétricamente la compleja red
de la cultura; es pues un pensamiento que se la juega siempre por aquello que
se pueda aprehender de manera individual y colectiva y para lo cual ubica,
agrupa o construye herramientas, teje redes semánticas, resignifica hasta los
símbolos más saturados, elabora hipótesis y las pone a prueba cuando las
pronostica viables.
Este pensamiento cumple con la regla número 8 propuesta por
Howard Gardner (1983) , la cual refiere a
la susceptibilidad de codificación dentro de un sistema de símbolos.
Para Gardner, recientemente hay una posibilidad de ubicar lo que sería la
Ingeligencia Pedagógica; parte de ella la expone como aquella inteligencia que brinda
la posibilidad al sujeto de la educación de visibilizar en las zonas educativas,
de interacción y juego “qué pasa y qué
no pasa con cada uno de sus estudiantes” y tratar de potenciar al máximo el resto de Las inteligencias.
En este sentido, la posibilidad
de lo que insisto en llamar Pensamiento pedagógico no solo atina al laboratorio
de observación por excelencia que es el aula de clase, aunque también se debe
comprender una pedagogía del aula virtual, sino también, a un pensamiento que
elabora constantes propuestas pedagógicas a partir de la cultura, sus entramados y las relaciones entre los actores
sociales.
Bibliografía
Gardner, H. (1983). Estructuras de la mente. Título original:
The frames of mind. The Theory of multiple intelligences. Basic Books, división
de Harper Collins Publisher Inc., Nueva York. 1993. Santa fe de Bogotá, Colombia: Fondo de Cultura
Económica.
Peirce, C. S. (s.f.). Definición y clasificación
del signo.
[1]
Diferencia Orteguiana entre entorno y ambiente, siendo el segundo producto de
la mediación humana; entorno, por el contrario, como lo que nos viene dado bajo
una condición natural y que debemos cognocer, de cierta forma, modificar. Con “Orteguiana” me refiero, por
supuesto, a Ortega y Gasset.
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